Dentro de nuestro sistema educativo se plantea que la comunicación, sobretodo la
oral, cumple un papel fundamental en el
proceso de socialización, especialmente
cuando los niños asisten a la escuela. Por
ese motivo, el jardín de niños debe
promover diferentes experiencias
comunicativas reales, auténticas y útiles. Es decir, la docente debe facilitar este proceso con
acciones de observación y experimentación directa de los objetos, personas, animales y todo
lo que le rodea. De ninguna manera los niños deben ser forzados a aprender a leer y escribir si
no han desarrollado habilidades de la función simbólica ni se encuentran maduros para
ejercitar movimientos finos. Un aspecto que se debe tomar en cuenta es que los niños deben
desarrollar la conciencia fonológica, que es la capacidad para discriminar auditivamente la
secuencia de sonidos que forman sílabas y a su vez palabras.
En conclusión, en el desarrollo del lenguaje, la familia y la escuela ejercen influencia determinante. Por un
lado, siendo la familia el primer entorno comunicativo y socializador, debe generar un entorno
rico en experiencias, hasta que haga su aparición la escuela en la vida de un niño. Cuando esta
realiza su intervención, debe procurar que la experiencia del niño se vaya ampliando y
extendiendo a otros contextos, que también van a ser de gran importancia en el desarrollo del
lenguaje.
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